Una de las palabras más hermosas es la de apóstol. Pero con cuánta frecuencia se la falsea: la palabra y la realidad.
Ser apóstol no es detectar los fallos y errores de los demás. Ser apóstol no es ser un aguafiestas de la vida, olvidando que Cristo fue un vino-fiestas en Caná. Ser un apóstol no es dedicarse a salvar almas, dejando de atender las necesidades de los cuerpos humanos. Ser apóstol no es organizar cruzadas para reprimir el mal, en lugar de expandir la dinámica del bien. Ser apóstol no es hablar de la justicia de Dios, sin hacer nada por disminuir las injusticias entre los hombres.
Ser apóstol no es dedicar migajas de unos minutos a los demás, mientras se pierden horas en una vida estéril o cómoda. Todo esto no son sina caricaturas del verdadero apóstol y, como caricaturas, no hacen sino alejar a todos del verdadero apostolado.
(LOS 5 MINUTOS DE DIOS)
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