Dos ex presos políticos argentinos se encontraron, después de muchos años sin haber estado en contacto. Se sentaron en un bar de la Avenida de Mayo y comenzaron a recordar los años negros de la represión, cuando la gente desaparecía sin dejar rastros. A cierta altura, uno le preguntó al otro:
-¿Cuánto tiempo estuviste preso?
-Dos años – fue la respuesta.
-Sufrí torturas que jamás imaginé. Vi cómo violaban a mi mujer adelante mío. Pero los responsables ya están presos y condenados.
-Estupendo- ¿Y tu alma ya los perdonó?
-¡Claro que no!
-Entonces, todavía seguís siendo su prisionero. (PAULO COELHO)
“Entre nosotros el más importante es el que sabe descubrir las virtudes de los demás y perdona a tiempo los defectos ajenos.
¡Cuánto necesitamos hermanos que sean capaces de hacer sentir bien a los demás”
“Sólo el que ve la bondad en cada hermano ha descubierto a Dios”.
“El que perdona es el que se parece más a Dios”. (DON BOSCO)
EVANGELIO: LUCAS 15, 11-32
¡Fiesta por el hijo que vuelve!
Jesús dijo también: “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de herencia que me corresponde’. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo’. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: ‘Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!’. Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado’”.
Comentario: El hijo pródigo no conoció nunca a su padre; no cobró conciencia del amor y de la infinita bondad del padre; por eso se separó de él. Al alejarse del padre, se encontró con su propio yo desnudo y se vio sometido a los tormentos de una indigencia material y espiritual que lo humilló y lo echó en brazos de la desesperación. Allí sintió la necesidad del retorno.
Dios no solamente no castiga al pecador, sino que lo espera, ofreciéndole el perdón; cuando el hijo vuelve al Padre, éste lo recibe sin preguntarle nada, sin echarle en cara su mala conducta, ni recordarle su ingratitud.
Dios siente compasión del pecador, aún antes de su arrepentimiento.